AMALIA DE LLANO Y DOTRES, LA CONDESA DE VILCHES. FEDERICO DE MADRAZO (1815-1894). ÓLEO SOBRE LIENZO. 1853. EXPOSICIÓN REENCUENTROS MUSEO NACIONAL DEL PRADO. SALA 037
Amalia de Llano y Dotres. La condesa de Vilches. Federico de Madrazo. Óleo sobre lienzo. 1853. Exposición Reencuentros Museo Nacional del Prado. Sala 037
Estos días he estado un poco perdida, organizando los esperados cursos 2020-2021 y pensando que esta maldita pandemia no me impida poder volver a hacer lo que más me gusta: IMPARTIR CLASES.
La saga "Los Madrazo" es una de las que más me impactaron cuando empecé a estudiar profundamente la PINTURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX (en la carrera ni los tocamos).
Amalia de Llano y Dotres (Federico de Madrazo, 1853)
En general, la pintura del siglo XIX en España es poco conocida. En la entrada sobre el cuadro "El testamento de Isabel la Católica" de Eduardo Rosales, hablamos de la Pintura de Historia como la gran demandada en unos momentos políticos que vivía el país de crisis política, económica y social. Esta pintura recordaba esos "maravillosos años" cuando España era la potencia hegemónica, cuando nadie nos hacía sombra.
Pero otro de los géneros importantes en el siglo XIX español es el RETRATO, un retrato burgués que se aleja completamente del RETRATO DE CORTE que nos ha acompañado desde el siglo XV dentro del retrato autónomo, fuera de la figura del donante en una escena religiosa. Cabe recordar que a partir del siglo XV con los Primitivos Flamencos y el Renacimiento italiano, el retrato se vuelve individual, autónomo y clasista.
Virgen del Maestro de los Reyes Católicos (Los RRCC aparecen como donantes dentro de la escena religiosa acompañados por sus dos hijos mayores: Isabel y Juan)
El retrato de corte era demandado primeramente por la monarquía como elemento de propaganda y poder real pasando por la alta nobleza, remarcando su estatus a través de la imagen. Esa imagen que tendrá como principal función su exposición en los grandes palacios nobiliarios, representándose de una manera muy parecida al propio retrato de la realeza, igualándose a ella o incluso superándola.
¿Quién manda en España? ¿El Conde-Duque o Felipe IV?
Retrato del Conde-Duque de Olivares (Diego Velázquez, 1634)
Retrato ecuestre de Felipe IV (Diego Velázquez, 1635)
Francisco de Goya (1746-1828), marca un antes y un después dentro del mundo del retrato. Mientras que los anteriores autores se basan en el retrato objetivo, lleno de detalles, simbólico pero frío e intentando marcar la diferencia de la realeza y lo que representa con el espectador, es decir, el pueblo. Goya se basa en el subjetivismo, es decir, prima como te ve el artista, el retrato es una mezcla de sentimiento e imagen.
¿Quién ve Goya con mejores ojos?
Retrato de la reina María Luisa de Parma (parece que lleva una tele de plasma debajo del vestido)
Retrato de Isabel Porcel (esposa de Antonio Porcel, gran amigo de Jovellanos)
A Maria Luisa de Parma, Goya la "quería mucho" pero "mucho".
Goya empieza a dar una mirada contemporánea, donde la visión del artista es fundamental para completar la obra de arte. Se va alejando de la figura del mecenas, del encargo, para dar a la pintura una visión del propio pintor, sorprendiendo al espectador, llegando incluso, a una crítica o no del personaje, llegando a ridiculizarle o a elevarlo a la más bella de las obras.
FEDERICO DE MADRAZO (1815-1894)
El retrato de Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches, es un claro reflejo de la evolución del retrato marcado por Goya a finales del siglo XVIII. En este caso de la mano de FEDERICO DE MADRAZO, uno de los grandes retratistas cortesanos que nos ha dado el siglo XIX.
Federico de Madrazo, nació en el año 1815 en Roma. Su padre, José de Madrazo (1781-1859), artista neoclásico, era el pintor de corte de Carlos IV cuando este estaba en el exilio después de la desastrosa política que había llevado a cabo él, su "maravilloso hijo" Fernando VII y Godoy, donde salió ganando Napoleón Bonaparte.
A la vuelta de Fernando VII "El Deseado" (os juro que le odio), su padre José de Madrazo volvió a España instalándose en Madrid en el año 1819, pasando a ser pintor de cámara. Hay que recordar que Goya y Fernando VII no mantenían buena relación, de tal manera que otros pintores de cámara empezaron a tener un lugar fundamental en la corte sobre todo a partir del exilio de Goya a Burdeos en el año 1826, en este caso fue José de Madrazo pero hay que destacar a Vicente López (amigo de Goya).
Su carrera fue prolífica desde el principio, entró en la Real Academia de San Fernando en el año 1831 con 17 años. Su aprendizaje se centró en dos de las grandes ciudades europeas de las artes: París, donde tuvo la oportunidad de conocer a los mejores retratistas franceses: INGRES (1780-1867) y Roma, donde perfeccionaría su pincelada completamente purista con la cual formaría a sus futuros alumnos.
Federico de Madrazo pintado por su hijo Raimundo de Madrazo (1875)
En 1842, vuelve a Madrid y gracias a los contactos de su padre, formaría parte del elenco de retratistas reales y cortesanos más importantes del momento pintando a Isabel II en el año 1844.
Isabel II por Federico de Madrazo
A partir del retrato de la reina, entrará en contacto con el círculo burgués y aristócrata que le demandará más retratos de corte que se volverán cada vez más originales y menos protocolarios, dando resultado a los mejores retratos burgueses de la época. Cuanto más contacto y confianza tenía con los modelos, la imagen se cargaba de más innovación y menos academicismo.
Uno de los momentos más importantes de su carrera será cuando es nombrado Director del Museo Nacional del Prado, sustituyendo a Juan Antonio de Ribera, rival de su padre, además de regir la Real Academia de San Fernando y su propio taller.
RETRATO DE AMALIA DE LLANO Y DOTRES, CONDESA DE VILCHES (1853)
Una de sus obras cumbre fue el retrato de AMALIA DE LLANO Y DOTRES, CONDESA DE VILCHES (1821-1874), siendo uno de los más atractivos, bellos y delicados retratos de la burguesía de mitad del s.XIX.
Amalia contaba con treinta y dos años cuando Madrazo le realiza el retrato. Nacida en Barcelona en el año 1821, hija de una familia burguesa comercial. Su padre, Ramón de Llano, falleció joven y su madre Pilar Dotrés se casó en segundas nupcias con Francisco Falcó y Valcárcel, IX marqués de Almonacid de los Oteros, de tal manera que Amalia empezó a entrar de lleno en los círculos aristocráticos. Casada con Gonzalo José Vilches y Parga, I Conde de Vilches, supuso un matrimonio ventajoso y recompensado con varios títulos nobiliarios por parte de la reina Isabel II.
Fue una mujer defensora de la política monárquica, después de la caída de Isabel II en el año 1868 después de la revolución de "La Gloriosa". Destacó sobre todo por el gran amor a la literatura como escritora aficionada, llegando a publicar las novelas: BERTA y LIDIA. Vinculada al mundo del teatro, llegó a organizar veladas teatrales, incluso participando en ellas e invitando a los mejores personajes del mundo de la literatura de la época.
Dentro del círculo de amistades se encontraba el propio pintor Federico de Madrazo, encargándole este maravilloso retrato por el que pagó 4.000 reales.
Amalia, murió el 6 de julio de 1874, unos meses antes de que se restaurara la monarquía en la figura de Alfonso XII, siendo enterrada en el CEMENTERIO DE SAN ISIDRO, en el panteón de los marqueses de Almonacid de los Oteros, realizado por el arquitecto Wenceslao Gaviña Baquero. En este panteón descansa su madre, padrastro y su nieto. Esta tumba entra dentro de los recorridos que realiza el Cementerio de San Isidro en sus visitas guiadas y que este año tendremos el gusto de conocer gracias a nuestros cursos de Conocer Madrid.
Panteón de los marqueses de Almonacid de los Oteros (Cementerio de San Isidro, Madrid)
El retrato de Madrazo es el fiel reflejo del retrato isabelino de la época pero cargado de una fuerza que solo es posible gracias a la amistad de artista y modelo.
Amalia aparece sentada en un sillón con tapizado de flores, justamente en la madera del asiento, aparece la firma del artista y el año de ejecución (1853). La modelo se apoya en el brazo del sillón, tocándose levemente el mentón, en una posición nada tradicional, con rostro pícaro que donde se aprecia la gran confianza que tiene con el pintor.
Detalle firma (Foto: lacamaradearte.com)
Llama la atención el maravilloso vestido azul, donde nos marca perfectamente el juego de texturas de la tela contrastando con la carnación blanquecina de la piel de Amalia, todo ello enmarcado con un fondo de luz que recuerda a la pintura del s.XVII español, donde el fondo oscuro, hace aflorar de una manera elegante a los retratados.
Todo ello lo realiza gracias a la destreza que tiene de la pincelada, una pincelada purista que nos recuerda a los cuadros del pintor francés INGRES, y que hace de Amalia un auténtico cuadro lleno de esplendor, realismo y psicología.
¿No os recuerda un poquito a Amalia?
Princesa Albert de Broglie (Ingres, 1853)
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